La estrategia propuesta se basa en la integración y la interrelación entre ciudad-equipamiento y viceversa. El edificio funcionará como punto de encuentro para el ciudadano y para ello tiene todo el sentido la apertura hacia el exterior.
Para ello, se abre hacia la ciudad la planta baja, de carácter más público. También, en planta baja, se retrocede la fachada respecto a la alineación de vial para “invitar a entrar”, procurando trazar una continuidad desde la ciudad hacia dentro del edificio, llegando incluso al patio posterior propuesto y visualmente hasta el patio de manzana. En el resto de plantas, se consolida el plan de fachada de ciudad, de Ensanche; pero siempre buscando la relación visual interior-exterior.
En el interior, el equipamiento se abre nuevamente a la ciudad, a través de un patio central “corazón” del edificio.
El solar de actuación está situado entre medianeras, y por lo tanto el equipamiento tiene dos fachadas principales, una que da a calle orientada a Norte y la otra, que da a patio de Ensanche y está orientada a Sur: CONTRAPOSICIÓN.
Así pues, se da un tratamiento completamente diferenciado entre planta baja y resto de plantas pero también entre fachadas Nortecalle y Sur-patio de manzana.
A lo largo del tiempo, y por diversas razones, en L’Eixample han ido consolidando fachadas de composición variable. Esta realidad se reconoce en la composición de la fachada que da a la calle, buscando la integración del nuevo equipamiento en el tejido urbano. Asimismo se hace referencia a la composición de la fachada colindante.
Aunque a primera vista, parece un edificio mas bien introvertido, se produce un vacío central buscando una continuidad total interior-exterior a todos los espacios, proporcionándoles vistas, iluminación y ventilación cruzada naturales a los distintos espacios a través de este patio central, patio “corazón”.